miércoles, 24 de agosto de 2011

Helena de Troya, vampiresa rubia. (Crítica aparecida en El País)


Carmen Machi desmenuza el personaje clásico en un monólogo en Mérida
ROSANA TORRES - Mérida - 22/08/2011
"¡Qué portentos!". La exclamación se repetía una y otra vez el viernes en la Alcazaba árabe, después de que los actores Jesús Noguero y Carmen Machi estrenaran el último espectáculo del ciclo Mano a mano del Festival de Mérida. Son solo un par de intérpretes. Y cada cual aporta solo un monólogo. Pero el público se entrega con la intensidad de una lujosa macroproducción.
Todos coinciden en alabar el hallazgo de este ciclo, que obliga a los actores a enfrentarse en solitario a una audiencia y a un personaje clásico. Noguero participó con Mi hermano Polinices, con dirección y texto de Méme Tabares, y Machi, con Juicio a una zorra, escrito y puesto en escena por Miguel del Arco. Juntos regalaron una de las noches de mayor intensidad teatral de la presente edición del festival.
Noguero, lleno de registros interpretativos, se metió en la piel de Polinices. Un personaje que desde la ausencia ha protagonizado, sin pisar la escena, gran parte de un festival que ha girado en torno a Antígona, representada en varios montajes (el último, que está entusiasmando al público y que estará hasta el domingo) es el interpretado por Marta Etura y Blanca Portillo. Polinices es el hermano que ella logra enterrar contra la voluntad de los gobernantes, lo que paga con la muerte.
Machi, convertida en vampiresa de melena rubia, taconazos y sexi vestido rojo, no es otra en Juicio a una zorra que Helena de Troya, una de las mujeres más vilipendiadas de la historia. A través de un inteligente texto, esa inmensa actriz cuenta, desde su punto de vista y desde el submundo en el que habita, por qué odiaba a Teseo, su secuestrador y violador; despreciaba al "paticorto" de Ulises, su pretendiente; y no aguantaba al cabestro de su marido, Menelao, al que abandonó, junto a su hijo y a su patria, para fugarse con el atractivo Paris. Borracha y adicta a una suerte de Prozac de la época, deslenguada, lúcida, divertida y sobrecogedora, es al tiempo una brillante y contemporánea Mae West y también una gran trágica.
Acompañada por canciones de Marino Marini y arreglos de Arnau Vilà sobre temas de La bella Helena, de Offenbach, Machi sedujo al público en un monólogo que viene a sumarse a los muchos éxitos que viene cosechando el autor y director Miguel del Arco, hombre de moda en el teatro español con montajes como La función por hacer, Los veraneantes o La violación de Lucrecia.
Estas dos joyas escénicas en forma de monólogo se verán por última vez -fueron creadas para esta muestra- el viernes y el sábado próximos. Servirán, junto a Antígona, de brillante cierre para un polémico festival marcado por acontecimientos como la retirada por presiones políticas de una foto de Asier Etxeandia - en la que se tapaba los genitales con una imagen religiosa- de la exposición Camerinos; por los problemas económicos que se encontraron para desarrollar su trabajo las directoras de la cita cultural, Blanca Portillo y Chusa Martín; o por el anuncio de su decisión de irse tras finalizar la muestra.